domingo, 5 de diciembre de 2010

Nueva Ola Istmeña







Nueva Ola Istmeña
Ruptura es un término que suena fuerte. Se refiere básicamente a un distanciamiento, algo que implica una determinada toma de posición: un cambio de las piezas en el tablero del juego. Si no pretendemos extraviarnos en ese movimiento, es necesario elaborar un plan de ataque. Un discurso. Si este discurso se elabora en las prácticas cotidianas del arte, en las formas, los materiales, los contenidos, o en las intuiciones vertidas alrededor de una caguama bien fría, eso ya se verá en el desarrollo del juego. En los procesos.
De entrada se puede afirmar que el arte oaxaqueño vive un período de ruptura cuyo referente inmediato sería su antítesis: la comercialización de lo étnico, la puesta en marcha de toda una industria de la iconografía autóctona para consumo de un Occidente fastidiado, ávido de exotismos. La especulación sobre “lo auténtico”. La inserción del arte en un modelo económico basado en el turismo.
No es de extrañar que el arte emergente oaxaqueño haya desarrollado cierta fobia al folclor.
¿La respuesta? Voltear a Occidente y contemplarlo con ánimo etnográfico. Absorber la incesante acumulación de imágenes que ofrece el capitalismo, desde una perspectiva trópicocentrista. Trasladar las periferias al centro. Se requieren altas dosis de ironía para lograrlo.
Pienso que ahí se inserta el trabajo de estos artistas istmeños. Se mueven mejor en las calles que en los museos. Sus referentes clásicos han sido filtrados por el gran ojo de la cultura popular: la animación japonesa, los cómics de Marvel, el under norteamericano, la publicidad, la gráfica urbana. A los materiales convencionales se agrega el aerosol, el humo, el reciclaje o el azar de las instalaciones.
Ahí está, pues, la posición: lo realmente exótico es sobrevivir a esta sociedad mediatizada y sostener cualquier identidad. Eso, mucho sentido del humor y algo de narcisismo colectivo. En lo formal, cada integrante de la NOI mantiene una autonomía notoria, que en todo caso refleja esas antiguas y repetidas tensiones que hacen del arte algo divertido: Duchamp contra Picasso, Warhol contra Gauguin, Juchitán al centro, Nueva York en la periferia. Todo depende de cómo se muevan las piezas en el tablero.

Fernando Lobo